La economía obedece a la política

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El concepto siempre es hijo de la exageración.

Cuando queremos llamar la atención sobre un problema, un proceso, una circunstancia, aislamos deliberadamente una porción del escenario y la absolutizamos. O casi.

Política

En alza. El dólar culminó la semana en un máximo: $ 1.260

Dirigimos hacia ello todos los reflectores y oscurecemos el resto –o, cuanto menos, lo opacamos y prescindimos de considerarlo–, a los fines de hacer más claro nuestro mensaje. Por supuesto que el asunto sobre el que se quiere llamar la atención debe tener la robustez y la envergadura suficiente como para justificar la hipérbole.

Eso sucede hoy con el retraso cambiario, un tema que está crecientemente en el centro de la consideración de bancos, organismos internacionales y economistas.

Es cierto también que el Gobierno desdeña ponerlo seriamente en consideración. El propio ministro de Economía, Luis Caputo, se ha referido en tono burlón a este tema; incluso llegó a insinuar que la libre flotación de la divisa puede llevar su valor a $ 900.

Política

Postura. “Comprá, no te la pierdas, campeón”: la respuesta de Caputo a quienes plantean que el dólar está barato

Además de la simple percepción popular acerca de lo barato que nos resulta viajar al exterior y lo elevado de los precios en dólares de todos los productos nacionales, un simple cálculo nos hace encender las alarmas.

Si el dólar oficial hubiese acompañado la inflación del Indec desde finales del gobierno de Mauricio Macri, hoy el tipo de cambio rondaría los $ 2.500. No estamos proponiendo nada, sino, simplemente, señalando un hecho objetivo.

Es altamente comprensible que el Gobierno insista en sostener a toda costa el retraso cambiario. Es que considera que en los comicios de octubre próximo se juegan sus chances de sustentabilidad y de reelección. Y la principal muestra de éxito que puede mostrar hoy es la reducción de la inflación.

Política

Frente financiero. Dólares para el Central: Caputo suma reservas, pero sin compras directas

Por eso, el Gobierno no hace nada que pueda alterar los precios. Teme que un golpe inflacionario signifique un descalabro completo en forma más o menos inmediata.

Ahora bien: ¿se ha removido del todo el cepo cambiario? La respuesta es no. El tipo de cambio actual es el resultado de la manipulación del Gobierno.

Los particulares pueden comprar dólares libremente, es cierto. Pero todavía no pueden hacerlo las empresas que necesitan girar dividendos al exterior.

Tampoco lo hace el Gobierno cuando debe afrontar sus pagos externos. Por el momento, prefiere endeudarse para no presionar sobre el mercado cambiario, aunque eso contradiga su prédica.

Política

Gobierno de Milei. Pierde fuerza el plan “dólar colchón” y complica los planes para movilizar la economía

La gestión Milei sabe que si el dólar flotara libremente, su valor aumentaría y eso impactaría en los precios, porque la inflación no es sólo un fenómeno monetario, salvo en última instancia.

Si aumentan los sueldos privados, suben los precios; si sube el valor de la divisa, suben los precios. Podrá afirmarse que estos son mecanismos de propagación de la inflación (Aldo Ferrer dixit), pero lo cierto es que si algunos precios cambian, la inflación puede dispararse, más allá de que el déficit fiscal esté bajo control.

En los años 1980, David Stockman escribió un libro interesante: El triunfo de la política. Exponía ahí las dificultades que tuvo Ronald Reagan para reducir el gasto público, el tironeo que padecía el presupuesto ante las necesidades que imponía la política estadounidense.

Se trata de un conflicto siempre presente, donde finalmente resultan más atendibles las necesidades que dicta la política y se postergan las demandas de la economía.

Pero sucede que Javier Milei no reconoce el problema. Dice que no existe; que él no se ha apartado ni un milímetro de lo que manda el mercado. Y esto manifiestamente no es así.

Agencias

La administración Trump sopesa excluir el gasto público del reporte del PIB

Es cierto que la mejora en la competitividad no resuelve con una mera mejora del tipo de cambio, sino con mayor tecnología, reducción de costos (incluidos impuestos) y otras medidas que hagan más eficiente la producción local. Pero eso no significa que el tipo de cambio pueda ser cualquiera, distante del que resultaría si lo fijara el mercado.

En las últimas semanas recrudecieron las observaciones que, sobre este tema, hacen importantes economistas, organismos y bancos internacionales.

El Gobierno resiste y niega todo con uñas y dientes, incluso con tono burlón. Otros economistas hacen silencio. Tal vez piensen que el peso de su palabra puede contribuir de manera negativa en la estabilidad y horadaría aún más la situación cambiaria. Pero este silencio mendaz más tarde o más temprano quedará en evidencia.

Política

Entrevista. Guillermo Francos: Las provincias recurren a la Nación porque no han conseguido bajar el gasto público

Si nos atenemos a sus dichos, Milei y su equipo económico están convencidos de que no existe ningún problema cambiario. Pero, sin dudas, son conscientes de las dificultades que se avecinan.

Creen, quizá, que todo se justifica con vistas a los comicios de octubre. Deberían recordar el caso de Macri, que ganó ampliamente las elecciones de medio término y luego perdió por escándalo las presidenciales.

Una de las lecciones más claras del liberalismo es que en economía existen algunas leyes tan severas como las de la física.

Opinión

Debate. Las jubilaciones y la reducción del gasto público

La manipulación del tipo de cambio distorsiona todos los valores del mercado: abarata las importaciones, imposibilita algunas exportaciones (aunque se originen en producciones eficientes), perjudica el turismo receptivo, dilapida dólares en el exterior, y crea un clima de tensión y expectativa con los ojos puestos en la evolución del valor de la divisa.

La gran incógnita consiste en saber cómo hará Milei para salir de esta encerrona.

Para eso, claro, primero tendrá que reconocer que tiene un problema cambiario.

*Analista político

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