No sé si me falla la memoria pero creo recordar que en el colegio estudié que la esclavitud había sido abolida. Nos emocionábamos viendo La cabaña del Tío Tom y la serie Raíces.
Más recientemente, quienes intentamos abrir los ojos y la mente descubrimos el trabajo infantil, y el trabajo semiesclavo, detrás de nuestra ropa barata y de nuestros aparatos electrónicos.
No hace falta ir a África ni a Asia. Muy cerca de Córdoba están Huelva y Almería. Y también otras localidades. Los cultivos agrícolas de invernaderos presentan condiciones de trabajo y vivienda, salvo escasas excepciones, que se podrían calificar de esclavitud. Cuesta creer que no hay nada que pueda mejorarse. En la primera semana de junio hubo dos charlas imprescindibles. El día 2 de junio, Ana Rosado, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, nos habló del informe Frontera Sur 2024 centrado en las vulneraciones de derechos, especialmente de las mujeres, en los asentamientos de Huelva y Almería, El día 4, Juan Romero nos habló de Desarrollo Económico, Migración y Derechos ambientales: Doñana. El título lo dice todo. Unos días antes se había producido un incendio en Moguer que puso en evidencia, una vez más, la extrema vulnerabilidad y la precariedad en la que viven muchas familias en los asentamientos informales y la urgencia de abordar con mayor eficacia la situación del chabolismo. En Almería, Enrique Martínez-Salanova, en una entrevista (La Voz de Almería, 9/06/25) hablaba de la situación de « … inmigrantes en nuestra provincia [que} llevan más de 10 años viviendo en chabolas (…) en unas condiciones de trabajo que algunas organizaciones sociales han llegado a calificar de semiesclavitud».
Cuando oigáis discursos antiinmigración, mirad la fruta que os estáis comiendo, buscad los informes y difundidlos.
*Activista de Amnistía Internacional