Qué semana de Mayo!

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Por Jorge Felippa

Pasó un 25 de Mayo digno de las figuritas de Billiken, por lo menos en esta isla mediterránea. La misma que en cuatro días más debería recordar uno de sus más conmovedores gestos insurreccionales que hicieron temblar a la dictadura de turno. Muchachos, agarren la calculadora por lo menos para saber que eso ocurrió hace medio siglo y un lustro, y en los libros de Historia se llamó y llamará para siempre el Cordobazo. ¿Quiénes serán los memoriosos y sobrevivientes que “pisarán las calles nuevamente” para al menos rasguñar un poco la apatía y la crueldad que solo para algunos se hace intolerable?

En la “ciudad de pobres corazones” que una semana atrás eligió una treintena de legisladores-ya hablaremos de eso-, el elfo con papada que okupa el sillón de Rivadavia, debió cumplir con el rito y caminar hasta el templo mayor donde descansan los restos del Padre de la Patria. Rebautizado Juan José por el admirador de Al Capone, su verdadero héroe, el representante nativo de los “Idiotas crueles” que gobierna el mundo, tal como afirma el periodista Juan José Becerra, debió escuchar de pie la andanada de verdades de a puño que le tiró a la cara el Arzobispo de Buenos Aires. Palabras que sonaron como latigazos en la solemnidad del acto, pero que al tipo le resbalaron porque él sí está “envaselinado” contra los sufrimientos ajenos. Así huyó del templo el mercader servicial que sigue provocando vergüenza ajena, allí donde va para que celebren sus verborragia insultante e incendiaria.

Decíamos que allí en la CABA, que vendría a ser la capital de un país que se fragmenta y se convierte en “paraíso fiscal”, en paralelo a ciudades como Delaware (EEUU), Suiza, Uruguay, Seychelles y decenas más donde escabullen sus fortunas los poderosos de la tierra, sus habitantes eligieron una treintena de legisladores. Mejor dicho, la mitad solamente, porque el ausentismo fue el protagonista central y ya sabemos que el vencedor fue el ventrílocuo del presidente. Su mayor mérito fue exhibir al desnudo, la ignorancia sobre la ciudad que desconoce, por el cinismo y una dicción tan vacía como eficaz, tal que convenció a un habitante de cada seis, y a uno de cada tres de los que fueron a votar.  En verdad, no solo huele a pis aquella ciudad que nunca dormía, y ahora no ofrece más que umbrales desnudos para los despojados, esos bultos que caen frente a nuestros pasos indiferentes.  

Dejo las últimas líneas para la reaparición ayer de la señora ex presidenta y vicepresidenta, en el contexto de un enésimo “Primer congreso de la cultura popular”. Digo “enésimo”, -y perdón por la referencia personal-, porque debo haber asistido a tantísimos eventos con ese pomposo título a lo largo de más de medio siglo, que ya me provocan tirria tantos “primeros encuentros” que nunca llegan al segundo, salvo honrosas excepciones, que confirman la regla.

La “Doctora”, como la llama el “Turco” Jorge Asís, atraviesa este período de ostracismo del poder político, derrotados sus candidatos y ella misma en diversas citas electorales, con una dosis despareja de lucidez, desmemoria y coraje. Cada palabra suya lo mismo que sus silencios, provocan cataratas de interpretaciones, invenciones e incógnitas entre los que la aman y mucho más entre los que la odian. Acorralada por sentencias judiciales, luego de años de acusaciones que surgieron primero del mayor monopolio comunicacional de nuestro país, y recogidas luego en los despachos de Comodoro “Pro”, espera su ya anunciada inhabilitación para ocupar cargos públicos, y hasta una condena de prisión que, por su edad seguramente sería domiciliaria.

La sombra de la proscripción de un líder del mayor movimiento popular surgido en la Argentina, parece ser nuevamente “el último recurso” para intentar borrar de la memoria y conciencia de vastos sectores que, todavía encuentran en el peronismo un norte para sus luchas presentes y futuras. Aunque muchísimos de sus “dizque” dirigentes y/o funcionarios actuales, sólo actúen con la acotada visión del próximo “carguito” al que puedan apoltronarse.

Siempre en Machado y Serrat uno encuentra las palabras mejor dichas para atemperar el desencanto: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

¿O todavía vale la pena soñar en que un día “el pueblo haga sonar el escarmiento” y expulse a los mercaderes del templo?    

Foto histórica del Cordobazo.
Pintura sobre la expulsión de los mercaderes del templo.

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