Si hay algo que lleven a gala en Loyola Teatro es lo bien que se lo pasan. A nadie parece pesarle el esfuerzo que supone aprender los textos, acudir a los ensayos, preparar los montajes, el atrezzo, el vestuario o los traslados, empezando por su directora ejecutiva, la directora de Formación Complementaria Rosa Melero, que lleva al frente del grupo desde que nació en 2004, junto a la directora artística, Mamen Rey. «El grupo empezó en Córdoba cuando todavía éramos facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, la antigua ETEA», recuerda Melero, «un grupo de alumnos lo solicitó y nos pareció una gran idea». La Compañía de Jesús, recuerda, «siempre ha estado muy vinculada al teatro, así que no lo dudamos».
La primera obra que prepararon fue Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán Gómez. «El primer año había ocho o diez alumnos, ahora somos más de 30 personas entre estudiantes, profesores, antiguos alumnos, padres de antiguos alumnos, personal de la facultad y gente de Córdoba interesada en participar», explica, «la última persona que se ha incorporado nos vio en una función y al terminar, nos dijo que quería formar parte del grupo y aquí está». Cualquiera puede integrarse siempre que cumpla con un requisito: el compromiso.
Representación de Loyola Teatro. / PATRICIA CACHINERO
Tras 25 años de andadura, Loyola Teatro ha celebrado este viernes su cumpleaños en una gala en la que no solo representaron algunas de las escenas de los montajes más premiados, para revivir los momentos más destacados de su trayectoria artística, sino que dieron la voz a uno de las últimas incorporaciones, Marcos del Río, y a una actriz que ha participado en 50 representaciones, aunque la maternidad y el trabajo la hayan obligado temporalmente a dejar la interpretación, Laura Landaburu. «Empecé la carrera en 2005 y el grupo ya estaba funcionando», recuerda, y aunque al principio todo era más light que ahora, tuvo ocasión de subir al escenario a mujeres de obras como Bodas de sangre de García Lorca, a Diana condesa de Belflor de El perro del hortelano, de Lope de Vega, y a Elena de Troya. En su opinión, el teatro es una de las experiencias que más le ha aportado de su paso por la universidad, no solo porque ahí conoció a personas que la han acompañado a lo largo de su vida sino porque le aportó multitud de herramientas de comunicación y le ha valido para diferenciarse cuando ha acudido a una entrevista de trabajo. Delegada de ventas de Nestlé, asegura que «en mi curriculum, una de las cosas que más llama la atención es que haya sido actriz en un grupo de teatro porque esto se asocia a una serie de cualidades como la responsabilidad, el compromiso, la capacidad de improvisación y adaptación y el trabajo en equipo». La conciliación familiar y laboral le impide participar, pero «en cuanto mis niñas estén mayores, vuelvo», asegura sin dudar.
Representación de Loyola Teatro. / CÓRDOBA
Rosa Melero coincide con Laura en que el teatro «es una actividad de formación complementaria extraordinaria que aporta las llamadas softs skills que se buscan tanto ahora y desarrolla la memoria, el lenguaje corporal para reforzar el mensaje, la solidaridad y la capacidad para hablar en público sin miedo escénico ni vergüenza».
Entrega de reconocimientos, en la gala de cumpleaños. / CÓRDOBA
212 personas, 29 montajes y 206 funciones
A juzgar por los números, Loyola Teatro ha creado escuela. En estos 25 años, ha reclutado a 212 personas para el grupo, ha realizado 29 montajes representados en 206 funciones, ha recorrido 38 localidades de 13 provincias y ha acumulado 55 premios y 56 nominaciones. No es moco de pavo.
En ese largo recorrido, han subido a escena propuestas contemporáneas como Bestias del alma o Picos pardos y obras clásicas como La importancia de llamarse Ernesto, Don Juan Tenorio, El gran teatro del mundo, La Posadera o La dama duende.
En el acto de ayer, se presentó además una exposición de trajes que da fe de que el grupo se toma a pecho lo que hace. De hecho, tienen varios aliados de suma importancia. «Los trajes que hemos usado son diseño de Francisco Tamaral que, a veces, nos ha prestado la ropa y cuando hemos tenido financiación suficiente, gracias a los premios que hemos conseguido, hemos invertido en vestuario». La peluquería y el estilismo es cosa de Francisco de la Torre, pero también tienen personal que actúa como ayudante de dirección, utilleros, técnicos de sonido e iluminación…
Con el Tenorio todavía fresco tras una representación en Jaén (su Don Juan ha subido el telón once veces en distintos escenarios), están ultimando el estreno en la Diputación de Córdoba el próximo miércoles a las 20.30 horas de la obra de Tirso de Molina Don Gil de las calzas verdes. Además, el 13 de diciembre llevarán La posadera a la residencia de ancianos del Buen Pastor. «Normalmente ensayamos tres horas a la semana, pero ahora tenemos mucho lío y hay veces que hay ensayos dos y tres días a la semana». Mucha mierda.
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