Si bien Villa Carlos Paz es conocida por su vibrante vida turística, sus atracciones acuáticas y su famoso reloj Cucú, la ciudad también alberga una rica y variada población de aves que a menudo pasa desapercibida para el ojo inexperto. El lago San Roque, los bosques de las sierras y los espacios verdes urbanos se convierten en un refugio para una gran cantidad de especies.
Entre las aves más comunes y fáciles de avistar en la zona se encuentra la golondrina parda (Pygochelidon cyanoleuca), que sobrevuela el lago y las calles en busca de insectos. También es habitual encontrarse con el hornero (Furnarius rufus), reconocido por sus nidos de barro con forma de horno, que pueden verse en postes y árboles de toda la ciudad.
Otra especie característica es el benteveo (Pitangus sulphuratus), con su inconfundible canto y su plumaje amarillo y negro. Su nombre onomatopéyico proviene del sonido de su canto, que se asemeja a la frase «bicho feo». También es posible ver al carpintero real (Colaptes melanochloros), que con su pico robusto golpea los troncos de los árboles en busca de alimento.
El lago San Roque es un punto clave para la observación de aves acuáticas, como el pato barcino (Anas flavirostris) y, con un poco de suerte, a la gallareta (Fulica armillata), un ave de plumaje oscuro con un pico llamativo.
El avistaje de aves, o birdwatching, ha ganado popularidad en los últimos años en Carlos Paz. Es una actividad turística que combina la pasión por la naturaleza, la observación y el respeto por el medio ambiente. Muchos entusiastas y fotógrafos visitan la región para registrar la belleza de estas criaturas en su hábitat natural. Para practicar el avistaje, se recomienda el uso de binoculares, una guía de aves de la región y la compañía de un guía local experto que conozca las zonas más propicias.
En Carlos Paz, las áreas cercanas a la Reserva Natural de la Defensa La Calera y los senderos en las sierras son puntos de interés para esta actividad.
La preservación de estas especies no solo es vital para el equilibrio del ecosistema, sino que también es un testimonio de la belleza natural que define a la ciudad, convirtiéndola en un destino ineludible para los amantes de la fauna.
