La Argentina que viene: Un análisis macroeconómico de lo que podemos esperar en 2026

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Las reformas estructurales en puerta, se aprestan a impulsar el clima empresarial para el estímulo económico. Con un sólido apoyo del Gobierno de los EE.UU., se espera que la confianza de los inversores se incremente y las inversiones tanto del RIGI como de empresas internacionales se acentúe (habría IED por más de USD33.000 millones provenientes del RIGI donde ya hay 9 proyectos aprobados).

En la última medición desestacionalizada de los agregados económicos, la inversión cayó menos que el consumo privado, y se espera que para la próxima entrega, se muestre un incremento respecto del trimestre previo (+0,5% aprox). Las proyecciones para 2026 muestran un crecimiento promedio del PIB entre 3,6% y 3,8%.

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El contexto actual muestra una economía en recuperación tras la contracción experimentada en el segundo semestre, pero con matices ya que los sectores industriales y de consumo, que son los que más empleo generan les ha costado converger a la tendencia de crecimiento, al contrario de otros sectores donde la recuperación es más visible (con menor empleo). Las perspectivas indican que la inversión privada será uno de los motores para el crecimiento, expandiendo su efecto hacia las exportaciones y posteriormente al consumo (respaldado por aumento de salarios).

Los sectores que tienen mayor potencial de crecimiento en 2026

Respecto de los sectores, para 2026 los de mayor potencial de crecimiento están asociados a inversiones realizadas en Vaca Muerta y las de Minería bajo el paraguas del RIGI (Minería aprox. USD22.000 millones), se espera, que éstos, catapulten el crecimiento en 2026 y lideren la generación de divisas, pero cabe resaltar, que son los que menos empleo producen, del otro lado, sectores históricos traccionadores de empleo, como la construcción, textil, calzado y el comercio en general son sectores rezagados que para el próximo año tendrán una recuperación más lenta.

Qué esperar del consumo

Para el consumo se espera una mejora moderada, alineada con el crecimiento en torno a 3,7%, pero especialmente porque los empresarios no están con el foco en incrementar la dotación de personal, mientras que los usuarios continúan postergando decisiones de consumo y siendo selectivos a la hora de comprar. A favor juega que la inflación continuará bajando pero no alcanza. La recomposición de los salarios va a ser clave; y habrá que ver finalmente cómo juega la Reforma Laboral para la reducción del desempleo. Otro de los factores cruciales es la mejora del acceso al crédito, pero aún continua caro.

La reforma laboral pone sobre la mesa una modernización que apunta a la formalización del empleo, donde el foco es que ingresen en el circuito los más de 8 millones de trabajadores informales. Se espera que con la aprobación del proyecto, se haga una aplicación gradual que ayude a ir bajando los costos para las empresas. Sin embargo, enfrenta algunas dificultades sobre todo de orden sindical y social, además de que disminuiría la recaudación sino hay un caudal importante de impuestos (empleos) formalizados.

Junto a la reforma laboral, el Gobierno apuesta por activar la iniciativa del RIMI, con el ánimo de brindar a las pequeñas y medianas empresas de un régimen para promover inversiones en ese ámbito. Este régimen excluye las inversiones financieras, de cartera o la compra de bienes para reventa. De esta manera, se concentra únicamente en proyectos que tengan impacto real en la actividad económica.

Inflación y reforma tributaria en 2026

El año 2026 va a cerrar con una inflación en torno a 23% (siete puntos por debajo de que de este año), y en términos mensuales los niveles, desde octubre del año pasado son similares a los de la Administración Macri, pero a favor del actual Gobierno es que hay un fuerte foco en el control fiscal. La baja inflacionaria, de seguir la ruta trazada, nos lleva a replantear de que los incrementos salariales tienen que comenzar a ser cuatrimestrales o, incluso, semestrales.

En el plano fiscal, el Sector Público Nacional (SPN) registró un superávit financiero de $517.672 millones, producto de un resultado primario de $823.925 millones (aproximadamente superávit primario de 1,4% del PIB) logrando de esta manera continuidad en el ancla fiscal, apoyado principalmente por los recursos tributarios de Derechos de importación (65,7%), Ganancias (41,8%), Débitos y créditos (41,2%), y Aportes y Contribuciones a Seguridad Social (35,9%). Los recortes de gastos vinieron liderados por: disminución de gastos de energía, y las transferencias corrientes a provincias.

La reforma tributaria que impulsa el Gobierno se discutiría a inicios de 2026 y contemplaría una simplificación del esquema impositivo, eliminando a los de baja recaudación, simplificando de esta manera la carga tributaria y la presión fiscal. Idealmente con el objeto de reducir impuestos distorsivos y coordinar con las provincias la ejecución. Hoy en día el 79% de la recaudación se concentra en 3 impuestos. Dentro de las dificultades para el avance de esta reforma, destacamos: la negociación con las Provincias, la posible pérdida recaudatoria inicial (las eliminaciones de partidas impositivas y su reemplazo requieren una transición gradual), y por supuesto la implementación técnica (esta simplificación requiere un reordenamiento de ARCA que tendría costos transitorios y potencialmente podría facilitar evasión/distorsiones)

La principal fuente de financiamiento de las reformas fiscal y laboral, que tendría un impacto sobre la recaudación en torno a 1% del PBI, debería de ser la baja del gasto público. 2024 cerró en 33,5% del PBI, estamos que este año va a cerrar en torno a torno a 31%; pero la intención del Gobierno es que fluctúe entre 25% y 29%, con lo cual tiene, en promedio, la posibilidad de recortar impuestos por 4 puntos del PBI si hace lo mismo por el lado del gasto.

La reducción de impuestos es algo que a todos nos gusta y si bien la Argentina ha vuelto a tener superávit fiscal, no podemos perder de vista que la recaudación tributaria crece por debajo de la inflación, con lo cual habrá que dar pasos consistentes, especialmente en el recorte del gasto, para que años con problemas económicos (sequía por ejemplo) no jueguen en contra de las cuentas públicas.

Para 2026 se espera que por ingreso de exportaciones se sumen alrededor de unos: USD32.000 millones del agro y USD9.000 millones de oil & gas. De esta manera el sector exportador se vislumbra como el gran protagonista. Este flujo de divisas además de ayudar a sostener la actual la paz cambiaria.

Qué se puede esperar del dólar en 2026

Respecto del dólar, tenemos varios efectos a considerar para el próximo año, más allá de esquema de bandas sí o no. Si al dólar lo ajustamos por inflación argentina y le restamos la norteamericana, debería de cotizar en $1.830. No va a llegar porque los dólares que van a ingresar te tiran el tipo de cambio para abajo. Además, hoy el dólar teórico está en $1.668, apenas 14% por encima del oficial, pero nadie lo va a ir a buscar porque hoy se piensa en las Reformas Estructurales, el próximo blanqueo y la emisión de deuda por USD7.000 millones que va a realizar el Gobierno. Más allá de esto, sería importante que con una inflación esperada entre 20% y 23%, se deje que el dólar aumente al menos 15% o 17% para que a los sectores que compiten contra los importadores no se les haga tan cuesta arriba.

Hoy no tenemos que “preocuparnos” por las Reservas porque en este momento al mercado no le importa que vayan a ser prestadas, solo que aumenten. Esto no quiere decir que no haya que seguirlas porque la Argentina posee muy pocas reservas en comparación con el resto de Latinoamérica; además con 10 default y las 5 confiscaciones de depósitos, tiene un problema severo de confiabilidad.

¿Qué escenarios podemos esperar para el dólar en 2026?

Si tenemos en cuenta que hoy el mayorista está en el orden de los $1.441 y el MEP en $1.478,73, con un dólar técnico de $1.667, se refleja una brecha moderada similar al nivel de IPC esperado para 2026. Con una baja en el nivel de retenciones se espera que el flujo de divisas respalde la paz cambiaria al igual que el incremento de exportaciones agro y de oil & gas.

(*) Estratega y presidente de Wise Capital

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