“Pensando en una cena de empresa a la que acudí justo antes de entrar oficialmente a trabajar en ese mismo sitio y acabé bebida a las 20 horas enrollándome delante de todos con uno con novia”, recuerda una usuaria de TikTok. “Al final, todo acabó con una advertencia formal, pero vaya forma de empezar”, resume en un vídeo, acompañado de la canción ‘Piano Man’, de Billy Joel.
Así es la última microtendencia estacional de la ‘app’: contar las miserias vividas en cenas de empresa mientras suena la dramática canción del neoyorquino. De hecho, estos vídeos tienen una fabulosa audiencia potencial: uno de cada cuatro empleados disfruta de la celebración de la Navidad corporativa, según la consultora Hays. Los lamentos son ubicuos. “Cómo olvidar cuando rularon fotos mías con restos blancos en la nariz y tuve que pedir a recursos humanos que hiciera una circular para que las borrasen”, dice otro usuario.
Decenas de historias similares abundan en la plataforma de vídeo. Una biblioteca de Alejandría de momentos ridículos que recuerdan que “las cenas de empresa son una prolongación del ámbito laboral”, como advierte Alex Fontelles, abogado laboralista de Fontelles Advocats. En la misma línea, Manel, miembro del equipo de Recursos Humanos de una multinacional bancaria, advierte de que estas cenas y sus posteriores fiestas, “aunque se hagan en tiempo libre, repercuten como si se hicieran en horario laboral”.
El papel del alcohol
Yaiza, responsable de recursos humanos en una productora audiovisual catalana, recuerda cómo un extrabajador le comentó a una compañera, con un par de copas de más, que estaba interesado en otro puesto en la competencia y que estaba recogiendo material para hacer su porfolio. Llegó a oídos de la empresa y se le bloqueó el acceso a las cuentas y entró en un litigio por robo de contenido.
“Se debe tener siempre en cuenta que estás bebiendo con compañeros de trabajo, supervisores y de jefes», aconsejan desde Recursos Humanos
“Yo, ahora, estos eventos los abordo pensando en que no puedo confiar en nadie”, se lamenta Andrea, que dejó su anterior empleo en una agencia de representación de artistas por el ‘bullying’ que recibió tras una cena de empresa. “Sí, sé que me pasé de alcohol y que acabé perreando con todos y tirándole los tejos a media oficina. Hasta dije que tenía ganas de probar el lesbianismo a mi jefa de sección, aunque no es cierto. Pero después de eso, fui el hazmerreír y noté como me hacían el vacío. Quería poner una queja, pero era tan sutil que al final acabé consiguiendo otro trabajo y yéndome”, explica.
“Recuerda siempre que estás bebiendo rodeado de compañeros de trabajo, de supervisores y de jefes. Estás poniéndote vulnerable en una situación donde no deberías. Pon muchos filtros y contente mucho, aunque estés entre amigos”, aconseja Yaiza. “Por ejemplo, contarle a un compañero que has robado material de oficina en una cena de empresa para venderlo en Wallapop puede considerarse confesión laboral. Sentencias por esto hay muchas”, explica Fontelles.
Multas por compartir imágenes
Al final, cualquier acción en una cena de empresa está enmarcada en el contexto laboral, añade el abogado. Con lo cual, “las consecuencias son las mismas”. Es decir, cualquier cosa que se haga en ese momento de jolgorio será vista a ojos de la ley como si la estuvieras haciendo sentado en tu despacho, por lo que se pueden llegar a abrir causas laborales, como expedientes sancionadores o terminación de empleo y sueldo, según la gravedad.
«Las cenas están enmarcadas en el contexto profesional, por lo que, según la gravedad, se pueden llegar a abrir causas laborales, como expedientes sancionadores o terminación de empleo y sueldo»
Por ejemplo, subir fotos y vídeos de compañeros ebrios puede tener consecuencias legales −la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha tramitado reclamaciones con multas de hasta 6.000 euros y el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León decretó que un despido por este motivo es procedente−. Lo mismo con acoso sexual: más allá de las posibles acciones penales, también habrá acciones laborales dentro de la propia empresa que pueden acabar en despido.
Acoso
Este es otro de los grandes temas que inquieta a los departamentos de RRHH, sobre todo, por lo fina que es la línea entre el interés y el acoso. “Debes entender muy bien el consentimiento. Incluso hablar constantemente con alguien que no te da bola o no te da reciprocidad puede ser percibido como acoso. Esto pasa muchas veces y nos hemos visto forzados a intervenir y pararlo”, recuerda Manel. “Cualquier acción que se haga de forma repetida y sin el consentimiento del otro es una línea roja que no debe cruzarse”, ya sean cumplidos, miradas, bailes o “perreos”.
La extensión del contexto laboral, además, no acaba en la cena de empresa. “Nuestro evento oficial es de ocho de la tarde a doce de la noche, luego cada uno va donde quiere. Sin embargo, ahí no acaba la responsabilidad empresarial, y cualquier cosa que suceda a posteriori también podrá denunciarse de forma anónima y segura”, asegura Manel. Coincide Fontelles, asegurado que, aunque la relación con la empresa no sea tan clara, el vínculo laboral entre los implicados sigue vigente, así que afecta directamente.
Suscríbete para seguir leyendo
