¿Disfrutás jugando con tu perro, pero a veces te da algún que otro mordisco en la mano? Es una situación común que, aunque generalmente no es intencional, puede ser dolorosa y generar preocupación. Los perros exploran el mundo con su boca y, especialmente en cachorros o perros jóvenes, es natural que «mordisqueen» durante el juego. Sin embargo, es fundamental enseñarles a controlar la fuerza de su mordida y a entender que las manos humanas no son juguetes.
Aquí te ofrecemos consejos prácticos y efectivos para fomentar un juego seguro y evitar esos indeseados mordiscos.
Utiliza juguetes, no tus manos
Este es el consejo número uno y el más importante. Si quieres jugar a estirar o tirar, o a que tu perro persiga algo, siempre usa un juguete entre tu mano y su boca. Ofrece mordedores resistentes, cuerdas o juguetes interactivos que canalicen su instinto de morder. Cuando juegues a perseguir, lanza una pelota o un frisbee. Esto mantiene sus dientes lejos de tu piel.
Por muy tentador que sea, evita incitar a tu perro a morder tus manos o dedos, incluso si lo hace suavemente al principio. Esto solo refuerza la idea de que tus manos son un objeto de juego válido.
Detiene el juego inmediatamente ante un mordisco fuerte
Los perros aprenden por asociación. Si la diversión se acaba cuando muerden fuerte, aprenderán a controlar su mordida para que el juego continúe. Si tu perro te muerde con fuerza (incluso si no te hace daño real, pero sientes la presión), emite un quejido agudo y fuerte como lo haría otro perro. Luego, retira tu mano y detén el juego de inmediato.
Durante unos segundos (o hasta que tu perro se calme), ignóralo completamente. Levántate, cruza los brazos y date la vuelta. Esto le enseña que la diversión se acaba cuando sus dientes tocan tu piel.
Una vez que esté tranquilo, puedes intentar reanudar el juego. Si vuelve a morder, repite el proceso. La consistencia es clave.
Enseña el control de la mordida
Especialmente con los cachorros, es vital enseñarles que una mordida humana es diferente a una mordida entre perros.
Permite mordiscos muy suaves (casi sin presión). Si te muerde muy suavemente, puedes elogiarlo o darle un premio. Esto le enseña la diferencia entre una mordida aceptable y una inaceptable. Entrena a tu perro con comandos como «deja o suelta». Cuando tenga un juguete en la boca y tú lo pidas, si lo suelta, prémialo. Esto te dará más control durante el juego.
Fomenta la calma y el autocontrol
Un perro sobreexcitado es más propenso a morder por accidente. Durante el juego, haz pausas regulares. Pídele que se siente o se tumbe, y prémialo por la calma. Asegúrate de que tu perro reciba suficiente ejercicio físico y mental. Un perro aburrido o con exceso de energía es más propenso a buscar formas inapropiadas de liberarla, como mordisquear.
Conoce el lenguaje corporal de tu perro
Aprende a identificar las señales de que tu perro está a punto de excitarse demasiado o de que podría estar incómodo. Jadeo rápido, saltos incontrolados, gruñidos de juego intensos. En estos momentos, es más probable que haya un mordisco accidental. Si tu perro tira las orejas hacia atrás, se lame los labios y gira su cabeza, puede que no quiera jugar o que se sienta estresado, lo que podría llevar a una mordida por miedo o irritación.
Si los mordiscos son frecuentes, fuertes o van acompañados de gruñidos agresivos (no de juego), si tu perro parece morder por miedo o protección, o si los consejos anteriores no surten efecto, es crucial consultar a un adiestrador de perros profesional o a un etólogo veterinario. Ellos podrán evaluar la situación y ofrecer un plan de modificación de conducta personalizado.
