El Comando Sur de las Fuerzas Navales de Estados Unidos informó que el portaaviones Gerald R. Ford ha entrado a su «zona de responsabilidad» que abarca Latinoamérica y el Caribe y, según el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, «reforzará la capacidad» de Washington para «detectar, vigilar y desarticular a los actores y actividades ilícitas que comprometen la seguridad y la prosperidad del territorio estadounidense y nuestra seguridad en el hemisferio occidental». Casi al mismo tiempo, Venezuela anunció el inicio de una «fase superior» del Plan Independencia 200 que no es otra cosa que un reforzamiento del estado de alerta militar.
El ministro de la Defensa y General en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Vladímir Padrino López, dijo que la orden fue dada por el «comandante en jefe» Nicolás Maduro. El «completo apresto operacional» supone un «despliegue masivo de medios terrestres, aéreos, navales, fluviales y misiles, sistema de armas, unidades militares, milicias bolivarianas, órganos de seguridad ciudadana y los Comandos para la Defensa integral en perfecta fusión popular militar policial». La nota de esa cartera concluye con el compromiso de elevar «la voluntad de lucha y espíritu combativo, para defender sin vacilación la integridad territorial de nuestra amada Patria».
El lugar exacto donde se encuentra el portaviones no ha sido revelado. Pero la sola mención por parte del Pentágono y sus propósitos volvieron a convocar a los fantasmas más temidos en Venezuela. El Gerald R. Ford se suma a los ocho buques de guerra, un submarino nuclear y los cazas F-35 que ya patrullan la zona en el marco de los 19 ataques contra presuntas «narcolanchas» que se llevaron a cabo por instrucción de Donald Trump y que por el momento han dejado 76 muertos en aguas caribeñas y del Pacífico colombiano. Estas acciones acaban de ser objeto de una crítica velada en la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la UE.
«Fase de lucha armada»
El oficialista Partido Socialista Unido (PSUV) convino días atrás pasar a «una fase armada del proceso revolucionario» ante la posibilidad de una intervención. En septiembre pasado, Maduro había convocado a la ciudadanía a sumarse a las milicias para participar de una eventual «resistencia». Si eso ocurriera, precisó el presidente la semana pasada, «declararemos una huelga general, insurreccional y revolucionaria»
En este contexto, el canciller ruso Sergei Lavrov calificó de «inaceptable» el despliegue militar norteamericano. El mismo se realiza «con el pretexto de combatir el narcotráfico, destruyendo buques sin juicio ni investigación y sin presentar cargos contra quienes supuestamente transportan drogas». La confrontación, advirtió, «no conducirá a nada bueno». El jefe de la diplomacia de Vladímir Putin dijo que por el momento no recibieron «solicitudes» del Palacio de Miraflores de asistencia militar de Moscú. La agencia oficial Sputnik glosa las palabras de Lavrov: «Rusia está dispuesta a actuar en pleno cumplimiento de sus obligaciones en virtud del acuerdo sobre la asociación estratégica con Venezuela, que se encuentra actualmente en las etapas finales de ratificación».
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