La nueva temporada de ‘First Dates’ ha regresado cargada de esas historias que ponen sobre la mesa lo complicado que puede ser conocer a alguien con fines románticos, sobre todo a cierta edad.
El programa de Cuatro, ya consolidado como uno de los espacios más seguidos en televisión, vuelve a reunir a solteros y solteras que buscan una segunda oportunidad en el amor. Y aunque no todas las cenas terminan con un flechazo algunas dejan momentos tan reveladores como incómodos.
En las últimas semanas los espectadores han sido testigos de una de esas citas que rápidamente se comentan en redes sociales, la de dos cordobeses, Juan y María: él, camionero jubilado de 85 años y amante de la vida tranquila en el campo. Ella, empresaria retirada de 78 años, con carácter firme y las ideas muy claras sobre lo que quiere en una pareja. Pero lo que parecía una velada prometedora terminaba siendo un ejemplo de por qué a veces los encuentros fracasan.
Juan y su pasión por el huerto
Desde el principio Juan se mostraba entusiasmo y no tardaba en hablar de su día a día, especialmente de su gran afición: el huerto donde cultiva tomates, calabacines y pepinos. Para él esa rutina era una forma de mantenerse activo y acompañado, pero para María fue más un obstáculo que un punto en común: “Hace muy bien el hombre si no tiene nada que hacer. Pero vamos, que yo no quiero huerto”.
Una conversación a destiempo
La cita se fue torciendo conforme avanzaban los minutos porque cada vez que María intentaba contar algo sobre sí misma, Juan volvía a interrumpirla para retomar el tema de sus cultivos. Esa dinámica terminaba por agotar la paciencia de la empresaria jubilada, que no dudaba en mostrar su fastidio: “No me deja ni hablar… ¿Qué hago yo aquí?”.
La situación llegaba a ser tan incómoda que incluso María se olvidaba del nombre de su acompañante durante la cena: “¿Perdona cuál era tu nombre y tu edad?”. Tras la respuesta lo dejó claro delante de las cámaras: “Está muy mayor”.
Un encuentro sin chispa
Ni las preguntas de Laura Boado, que se acercaba a interesarse por la velada, consiguieron suavizar el ambiente: “Aquí está, contándome su vida”.
Pese a todo se mostraba amable y con la esperanza de encontrar a alguien que le acompañe en esta etapa de la vida: “Quiero tener compañía porque desde que vuelvo del huerto estoy solo”. El episodio dejaba claro que en el amor no basta con la buena intención y que a veces, la falta de escucha y las diferencias de intereses se imponen incluso cuando parece que ambos buscan lo mismo: cariño y compañía.
