Lo que empezó como un pasatiempo durante la pandemia terminó convirtiéndose en un fenómeno solidario que lleva un poco de diversión a lo niño hospitalizados de todo el país. Miguel Blanco y Dylan Benítez fundaron La Guarida, una asociación civil que fabrica consolas de videojuegos a partir de equipos tecnológicos en desuso. La iniciativa busca convertir en “obras de arte jugables” a archivos obsoletos para luego donarlos a hospitales públicos.
El proyecto nació cuando Blanco, mientras estudiaba locución, comenzó a transmitir en vivo videojuegos y con la monetización de su canal impulsó acciones solidarias. Al principio repartían viandas a personas en situación de calle, pero pronto detectaron otra necesidad: los largos tiempos de internación de niños en hospitales. Así surgió la idea de reciclar monitores, computadoras y plásticos descartados para armar consolas adaptadas a los espacios hospitalarios.
COMUNIDAD GAMER SOLIDARIA .·. (@laguaridaong)
La Guarida estandarizó un protocolo donde cada hospital interesado solicita formalmente, en una consola; la ONG busca patrocinadores que cubran los costos y luego invitan a un artista a intervenir el equipo.
“Queremos evitar que los residuos tecnológicos terminen en la basura contaminando y transformarlos en herramientas que devuelvan alegría y salud”, explicó Blanco.
Según mencionó Benítez, un paper del neurocirujano español Mario Alonso Puig demostró que los videojuegos en pacientes pediátricos reducen hasta un 40% el consumo de analgésicos. “Para un niño, jugar es más que distraerse: puede ser un alivio real frente al dolor”, destacó.
La organización ya entregó 25 consolas en hospitales como el Garrahan, el Sor Ludovica de La Plata, el Perrupato y el Fleming en Mendoza, y el Santísima Trinidad de Córdoba. En su última visita a la provincia, donaron tres unidades: dos en el hospital capitalino y otra en Laguna Larga, intervenida por el artista local André Mariani.
Cada consola reúne casi 3.800 juegos, desde Atari hasta PlayStation 2, lo que permite que chicos y adultos compartan experiencias intergeneracionales atreves de los videojuegos. Incluso incorporan música donada por la Orquesta Corear, especializada en bandas sonoras de videojuegos. “Cuando los chicos prenden la pantalla y agarran un joystick, sus ojos se iluminan. Ese momento lo vale todo”, resumió Blanco.
El proyecto funciona sin apoyo oficial y depende del aporte de sponsors y donaciones particulares. La ONG recibe equipos tecnológicos viejos, colaboraciones económicas a través del alias: LaGuaridaONG y mensajes de voluntarios interesados.
Su próximo sueño es integrar a escuelas técnicas para que estudiantes aprendan el proceso de armado y multipliquen el alcance de esta iniciativa que, como dicen sus impulsores, “demuestra que jugar también puede sanar”.
