Los cantos espirituales de distintas tradiciones son sorprendentemente similares

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Los cantos del budismo, hinduismo, islam, cristianismo, paganismo y prácticas chamánicas convergen en una receta acústica —entonación plana y lenta, voz continua y vocales medio‑centrales— que tranquiliza al cuerpo y a la mente mejor que el habla o el canto convencional.

Desde los mantras susurrados en los monasterios del Tíbet hasta los rezos gregorianos que resuenan en las catedrales europeas, la humanidad ha practicado el canto como una forma de meditación, sanación y conexión espiritual durante más de 5.000 años.

A pesar de su omnipresencia cultural, el secreto de su poder calmante ha permanecido en el terreno de la intuición y la fe. Ahora, un estudio publicado en PNAS ha logrado descifrar la «firma acústica» universal de los cantos y ha demostrado empíricamente cómo su estructura sonora está finalmente sintonizada para inducir un estado de relajación en quien los escucha.

La investigación, liderada por Valentina Canessa-Pollard y un equipo de colaboradores, se propuso responder tres preguntas fundamentales: ¿comparten los cantos de distintas culturas y religiones unas características sonoras comunes?, ¿son estas características lo suficientemente únicas como para distinguirlos del habla cotidiana o de otras formas de canto?, y, lo más importante, ¿son estos rasgos acústicos los que generan sus reconocidos efectos sobre el bienestar?

La Búsqueda de una «Firma Acústica»

Para encontrar respuestas, los investigadores recopilaron y analizaron 242 cantos a cappella provenientes de siete grandes tradiciones: budismo (India y Tíbet), hinduismo (India), cristianismo primitivo y moderno, paganismo, islam y diversas prácticas chamánicas de América. Esta vasta colección de sonidos sagrados se comparó con un corpus aún mayor de 126 canciones de géneros variados y 616 muestras de habla, pertenecientes a 14 familias lingüísticas y 12 regiones geográficas. El objetivo era claro: encontrar el patrón que une a los cantos más allá de las fronteras del idioma, la geografía y la doctrina.

El análisis computacional identificó un conjunto de rasgos acústicos que distinguen a los cantos con una precisión del 88%. Esta «firma» se compone de tres elementos principales.

En primer lugar, a diferencia del habla y otras canciones, que están llenas de altibajos melódicos, los cantos religiosos se caracterizan por una entonación notablemente plana, con cambios de tono lentos y graduales. Las inflexiones rápidas, como el vibrato, son mucho menos comunes.

En segundo lugar, el estudio determinó que la producción vocal se mantiene en un rango de tono confortable y más bien bajo, cerca del tono base natural de la voz humana, donde los músculos de la laringe están más relajados.

Por último, estableció que los cantos muestran una preferencia abrumadora por las vocales medio-centrales (similares al sonido «schwa«, como la ‘a’ en la palabra inglesa ‘about‘). Estas vocales se producen con la boca, la mandíbula y la lengua en una posición neutra y relajada, lo que sugiere una producción vocal con un mínimo de esfuerzo y tensión muscular.

En conjunto, estos rasgos reflejan una vocalización producida desde un estado de profunda relajación física. Lo importante es que, si bien existen diferencias estilísticas entre las tradiciones, esta firma acústica fundamental es tan consistente que resulta mucho más fácil para un algoritmo identificar un sonido como «canto» que determinar si ese canto es budista, cristiano o islámico.

Del sonido a la sensación

Pero, ¿se traduce esta producción relajada en una experiencia relajante para el oyente? Para comprobarlo, el equipo llevó a cabo una serie de experimentos de escucha con más de 250 participantes. En el primer experimento, los oyentes calificaron fragmentos de cantos, canciones y habla en varias escalas emocionales. Los cantos recibieron consistentemente las evaluaciones más altas en «relajación» y las más bajas en «alerta».

Para aislar qué características acústicas eran responsables de este efecto, los investigadores fueron un paso más allá. Crearon versiones modificadas y completamente sintéticas de los cantos, alterando sistemáticamente parámetros como el tempo, el tono, la modulación y el tipo de voz. Los resultados confirmaron las hipótesis iniciales. Un tempo moderadamente lento, en torno a los 60 pulsos por minuto (bpm) —similar al de un corazón en reposo—, fue calificado como el más placentero y relajante. Tanto los cantos excesivamente lentos como los rápidos perdían su efecto calmante.

Asimismo, Los cantos sintetizados con vocales relajadas y centrales (como [o] y [u]) fueron percibidos como más relajantes que aquellos con vocales que requieren más tensión muscular para articular (como [i] o [e]), mientras que una entonación completamente plana o, por el contrario, muy exagerada, resultaba menos relajante que la variación suave y natural presente en los cantos originales.

Los cantos espirituales de diferentes religiones comparten una firma acústica común que induce relajación. / ChatGPT/T21

¿Por qué nos calman estos sonidos?

El estudio propone varias explicaciones plausibles para este vínculo entre forma y función. Una de las más convincentes es la sincronización fisiológica. El ritmo regular y pausado de los cantos podría actuar como una guía para ralentizar nuestra propia respiración y ritmo cardíaco, induciendo una respuesta del sistema nervioso parasimpático, responsable de los estados de calma y digestión. Estudios anteriores ya habían demostrado que rezar el rosario o recitar mantras tiene precisamente este efecto.

Otra posibilidad se relaciona con la simulación motora. La neurociencia ha demostrado que cuando observamos o escuchamos a alguien realizando una acción, nuestro cerebro activa parcialmente las mismas áreas motoras como si estuviéramos realizando esa acción nosotros mismos. Por lo tanto, escuchar una voz producida desde un tracto vocal relajado podría inducir, por resonancia, un estado de relajación similar en nuestro propio cuerpo.

Referencia

Chants across seven traditions share acoustic traits that enhance subjective relaxation. Valentina Canessa-Pollard et al. PNAS, August 25, 2025, 122 (35) e2506480122. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2506480122

Una tecnología universal de la voz

Este trabajo no solo valida científicamente una sabiduría ancestral, sino que también sugiere un caso de evolución cultural convergente. Es probable que, a lo largo de milenios, diversas culturas, enfrentadas al problema universal de cómo gestionar el estrés y la ansiedad, hayan descubierto y refinado de forma independiente una «tecnología de la voz» con propiedades acústicas muy similares para inducir la calma.

Aunque los autores reconocen limitaciones, como la necesidad de ampliar los estudios a poblaciones no occidentales e incorporar mediciones fisiológicas objetivas (como la variabilidad del ritmo cardíaco), sus conclusiones demuestran que la capacidad de los cantos para promover el bienestar no es un mero efecto placebo ni depende exclusivamente del contenido simbólico o religioso.

Reside, en gran medida, en la propia física del sonido: una forma acústica universal que parece diseñada por la cultura para resonar con nuestra biología y ofrecernos, a través de la simple vibración del aire, un camino hacia la serenidad.

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