Dequino: «si no ordenan la operatoria cambiaria vamos a un parate de la economía»

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El economista cordobés Diego Dequino fue categórico al analizar los desafíos del gobierno de Javier Milei en el programa Punto y Aparte de Punto a Punto Radio. Para él, la actual turbulencia económica no es producto exclusivo del escándalo político que rodea a la gestión, sino de decisiones financieras adoptadas en las últimas semanas que alteraron la relación entre el Tesoro, el Banco Central y el sistema bancario.

“Creo que el mercado venía tomando distancia de la política monetaria del Gobierno. El gran quiebre se produjo cuando se avanzó muy rápido con el desarme de las Leliq. Allí se contaminó el aspecto financiero de la gestión, a pesar de que el sector bancario era hasta entonces el más beneficiado”, explicó.

Un cambio de reglas que golpeó a los bancos

Según Dequino, los bancos necesitan dos condiciones básicas para operar: rentabilidad y liquidez. El desarme de las letras y la suba sucesiva de encajes —ya en cuatro oportunidades— alteraron ese delicado equilibrio. “Hay una parte de los encajes que se remunera y otra que no. Eso afecta directamente la rentabilidad y la liquidez, los dos aspectos críticos del negocio bancario”, remarcó. El resultado fue inmediato: caída en la colocación de crédito, tasas de interés inviables para consumo y producción, y un sistema financiero que, de golpe, vio interrumpido el mecanismo con el que se rentabilizaba en los últimos 25 años.

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A este frente económico se sumó el componente político, que para el economista actuó como un “condimento extra”. Con una metáfora futbolera, Dequino señaló que Milei “venía ganando el partido 2 a 0, con cinco minutos por jugar, pero empezó a burlarse del rival y de la hinchada. El resultado: un partido que parecía definido ahora se complica”.

Riesgo país, deuda y malabares financieros

La consecuencia de este escenario fue la suba del riesgo país y la caída de los bonos argentinos en el exterior. Dequino advirtió que el Gobierno maneja un nivel de deuda de muy corto plazo cercano a los 60 mil millones de dólares, lo que obliga a una estrategia de “malabares” constantes: “Es como hacer equilibrio con seis naranjas de 10 mil millones de dólares cada una, mientras se camina y se conversa con la gente. Hasta ahora lo hicieron muy bien, pero los trucos empiezan a agotarse”, graficó. De cara al futuro inmediato, el economista sostuvo que la clave pasa por ordenar la operatoria del mercado cambiario: reducir la cantidad de dólares futuros, bajar las tasas de interés y volver a estimular el crédito. De lo contrario, advirtió, “vamos a un parate de la economía, porque con este nivel de tasas el crédito es inviable”.

El respaldo internacional

Pese a las turbulencias, Dequino reconoció que el Gobierno de Milei cuenta con fortalezas que no tuvieron gestiones anteriores. Entre ellas, mencionó el apoyo de Estados Unidos, del Fondo Monetario Internacional y de grandes referentes del mercado como Marcos Galperín, fundador de Mercado Libre. “Es un respaldo que Macri no tuvo y que hoy le da al Gobierno un piso de confianza distinto”, señaló. Sin embargo, también advirtió sobre un “callejón de dos salidas”: o el Gobierno recompone la relación con el sistema financiero y logra una nueva paz, o terminará “llevándose puestos a varios” en el camino.

El impacto en las familias y la clase media

Más allá de la macroeconomía, Dequino dedicó buena parte de su análisis a los efectos sobre la vida cotidiana. Sostuvo que la propuesta del Gobierno es un “remapeo de precios relativos” de largo plazo —dólar, tarifas, retenciones y salarios— que obligará a empresas y familias a replantear su estilo de vida. En ese marco, puso el foco en la clase media, particularmente los hogares con ingresos de entre 1,5 y 3 millones de pesos mensuales. “Ese sector va a tener que ajustarse: cargar nafta una vez al mes y no todas las semanas, usar más transporte público, revisar el gasto educativo o resignar salidas. No hay que engañar a la gente: esto no se corrige mañana ni el año que viene”, enfatizó.

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El diagnóstico se completa con dos realidades contrapuestas: los asalariados formales —públicos y privados— son los más dañados por la caída de ingresos, mientras que sectores informales, aunque partieron de una base más baja, muestran cierta recuperación. Al mismo tiempo, en la franja alta del ingreso (el 20% superior) hay señales de bonanza: consumo de bienes de lujo, viajes al exterior y capacidad para dolarizar ahorros sin restricciones.

Una economía a prueba de resistencia

Dequino cerró su análisis con una reflexión que conecta economía y sociología: “Las familias no cierran como una empresa, tienen que seguir funcionando. Habrá que adaptarse y, en muchos casos, resignar conquistas para poder sostener la vida cotidiana. Algunos saldrán fortalecidos, otros no tanto, y otros quedarán muy golpeados”. Su visión, cruda pero realista, plantea que el rumbo económico del Gobierno dependerá menos de los escándalos políticos y más de la capacidad para reconstruir la confianza en el sistema financiero y sostener un delicado equilibrio entre ajuste y gobernabilidad.

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