Durante décadas, los bosques europeos han sido una pieza clave en la lucha contra el cambio climático. Con una cobertura que alcanza cerca del 40% del territorio comunitario, estos ecosistemas naturales han logrado absorber alrededor del 10% de las emisiones derivadas de la actividad humana. Pero ahora, según advierte un estudio internacional publicado este miércoles en la revista ‘Nature’, todo apunta a que la capacidad de los bosques europeos de capturar CO2 se está reduciendo. Los análisis apuntan a que en los últimos años la naturaleza ha absorbido casi un tercio menos de dióxido de carbono respecto a décadas anteriores. «Nuestro gran aliado frente al cambio climático se está debilitando y esto es algo que nos afecta a todos«, advierte Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF y coautor del artículo.
La investigación, liderada por el ecólogo Mirco Migliavacca del Joint Research Centre, demuestra que las masas forestales del continente pasaron de absorber 457 millones de toneladas de CO₂ al año entre 2010 y 2014 a apenas 332 millones entre 2020 y 2022. Esta disminución, lejos de ser una simple anomalía estadística, se enmarca en la tendencia general sobre la que llevan años advirtiendo los científicos. «Los grandes sumideros de carbono del planeta, desde los océanos hasta los bosques, están llegando al límite de su capacidad de absorber emisiones. Y no porque hayan perdido su capacidad de absorber dióxido de carbono sino porque seguimos emitiendo muy por encima de los umbrales sostenibles«, afirma Peñueñas quien recuerda que todo esto también puede acabar repercutiendo en los grandes pactos climáticos internacionales. «Los objetivos de reducción de emisiones se han planteado teniendo en cuenta que los bosques seguirán capturando hasta el 10% de las emisiones. ¿Pero qué pasará cuando solo lleguen al 5%?«, comenta.
«Los grandes sumideros de carbono del planeta, desde los océanos hasta los bosques, están llegando al límite de su capacidad de absorber emisiones»
Cambios en la gestión forestal
El análisis sostiene que el declive en la capacidad de los bosques europeos para absorber CO₂ responde a una combinación de factores que interactúan y se retroalimentan entre sí. El cambio climático ha intensificado fenómenos extremos como las olas de calor, las sequías y los incendios que, por sí solos, ya debilitan gravemente la salud de los ecosistemas. A esto se suma la presión humana, especialmente el aumento de la tala, que fragmenta y degrada los bosques. Además, muchos bosques han envejecido, su crecimiento se ha ralentizado y las repoblaciones han disminuido, lo que también reduce su capacidad de absorber carbono. El desequilibrio se agrava por la pérdida de nutrientes en el suelo, noches más cálidas que impiden la recuperación vegetal y una aceleración en la descomposición de la materia orgánica. La suma de todo esto, afirman los expertos, provoca que en muchos casos el dióxido de carbono se libere incluso antes de que pueda almacenarse.
Los expertos piden repensar por completo la gestión forestal en Europa y «apostar por una estrategia que anteponga la resiliencia ecológica a la producción de madera»
Más allá de señalar el problema, el estudio propone una batería de soluciones para mitigar y, a poder ser, revertir este fenómeno. Y todas ellas, según los expertos, pasan por «repensar por completo la gestión forestal en Europa, apostando por una estrategia que anteponga la resiliencia ecológica a la producción de madera». En este sentido, Peñuelas destaca la necesidad de fomentar la biodiversidad, aplicar prácticas como la tala selectiva, evitar la sobreexplotación y prevenir el envejecimiento excesivo de los bosques, ya que todo esto mejora su capacidad de adaptación al cambio climático y de absorción de CO₂. En cuanto a la reforestación, advierte que no es una solución válida en todos los casos y que «solo debería aplicarse en zonas con condiciones hídricas adecuadas» ya que, de lo contrario, hacerlo sin un análisis previo podría agravar los problemas ambientales existentes.
Impacto en las políticas climáticas
Los expertos afirman que, tal y como señala este análisis, los ecosistemas naturales están alcanzando su límite de capacidad para absorber carbono. «Aunque en el pasado se pensaba que el aumento de nitrógeno y la productividad vegetal podrían mantener el secuestro de carbono en alza, esa visión se ha demostrado insostenible. Hemos visto que los ecosistemas no pueden absorber CO₂ indefinidamente», comenta Peñuelas, quien argumenta que todo esto debería tenerse en cuenta en las proyecciones climáticas y en los planes de reducción de emisiones. Los datos, de hecho, afirman que si esta tendencia continúa, los bosques europeos tan solo podrían compensar solo un 5% de las emisiones actuales, frente al 10% que se estimaba hasta ahora. «Las soluciones basadas en la naturaleza son necesarias, no bastan por sí solas. Sin una descarbonización rápida y estructural, el calentamiento global seguirá intensificándose, con consecuencias sociales, económicas y ecológicas graves», advierte el trabajo.
«Las soluciones basadas en la naturaleza son necesarias, no bastan por sí solas. Sin una descarbonización rápida y estructural, el calentamiento global seguirá intensificándose»
Según afirman los expertos, el hecho de que los bosques europeos estén perdiendo su capacidad de absorber carbono supone un serio desafío para las políticas climáticas de la Unión Europea, que hasta ahora han confiado en gran parte en los sumideros forestales como herramienta de compensación frente a las emisiones. «Durante mucho tiempo se les ha considerado la panacea que podía secuestrar carbono para compensar unas emisiones crecientes», advierte María José Sanz, directora del BC3 en declaraciones a la plataforma Science Media Centre España. Para Sanz, esta nueva realidad obliga a «redoblar esfuerzos en medidas de adaptación, resiliencia y en la mejora de los sistemas de monitoreo, apostando por la integración de múltiples fuentes de datos y tecnologías».
En la misma línea se posiciona Agustín Rubio Sánchez, catedrático de Ecología y Edafología en la Universidad Politécnica de Madrid, quien argumenta que los bosques pueden ayudar a «ganar tiempo en la lucha climática», pero no deben considerarse una solución definitiva ni cuantificarse como garantía para alcanzar la neutralidad climática. «El verdadero camino pasa por una reducción urgente de las emisiones y el desarrollo de tecnologías eficaces de captura de carbono», comenta el especialista tras la publicación de este trabajo.
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