El Chelsea ha sido en los últimos años ejemplo de todo menos de ser un equipo. No había sido posible en una trituradora de talento y de dinero carente de cualquier entidad. Hasta que apareció Enzo Maresca para dar sentido al ‘turbocapitalismo’ de Todd Boehly con una pizarra trabajada al lado de Guardiola pero que ya es completamente independiente tras el triunfo aplastante ante el PSG en el Mundial de Clubes.
Maresca destroza la pizarra de Luis Enrique
El club más gastador de la última década justificó el gasto con un título que le permitirá divisar al resto desde la cima durante los próximos cuatro años, en los que si mantiene el nivel de este torneo será favorito a destronar al PSG en la Champions. Un mérito tan justo como efímero, como le hizo recordar el meteorito Cole Palmer a un Luis Enrique que salió de su estado ‘zen’ con una incontenible sesión de drum and bass.
La final del Mundial de Clubes fue la obra culminante del torneo. Un encuentro donde el Chelsea dio una lección de combatividad desde el principio. Presión alta y asfixia ante un PSG al que le quemó el balón en los pies. Con Reece James en el centro del campo y Moisés Caicedo como conductor de una lancha motora que sumió en la locura al campeón de Europa. Nuno Mendes pareció un lateral vulgar ante Cole Palmer y compañía. Los ‘concertinos’ de Luis Enrique desaparecieron ante el acoso inglés.
Atrás, Cucurella, que provocó la segunda expulsión (Joao Neves) en su carrera por tirarle del pelo, apagó el fuego fatuo de Doué, el más activo de los galos que en una contra pecó de exceso de generosidad para cederle un balón que acabó contrarrestando el lateral. Maresca le ganó la partida inicial a Luis Enrique, provocando un desconcierto entre las líneas del PSG, incapaz de trazar tres pases con sentido. Amenazó Cole Palmer a través de un disparo nacido tras una combinación con Joao Pedro, estrella emergente. Provocó un efecto óptico de gol que terminaría por convertirse en dos potentes realidades.
Cole Palmer es suficiente contra el PSG
Tiene el mediocentro ofensivo una finalización letal como ningún otro jugador del mundo. Siempre con ese rostro de estar contando facturas en Wall Street. El primer espadazo fue después de un rechace tras un disparo bloqueado de Malo Gusto que puso con su zurda mágica en el ángulo. Luis Enrique tuvo que rediseñar un dibujo que era un auténtico garabato. El Chelsea no sintió miedo en ningún momento, siendo una máquina donde los ataques empezaban por Robert Sánchez.
El español puso un saque largo en profundidad para que Cole Palmer volviese a convertir la media luna en la que tan bien se maneja en una luna llena que retrató a Vitinha y Beraldo. El ‘atrapalotodo’ volvió a degustar un tiro complejo que él reduce a la mera rutina. De nuevo, balón a guardar en la portería de un desesperado Donnarumma.
La traducción de un dominio aplastante del Chelsea que se tradujo en un 3-0 antes del descanso donde el ’10’ del cuadro ‘blue’ volvió a encontrar la llave del éxito para que Joao Pedro, un hombre que estaba de vacaciones hasta hace una semana, pusiese un sonoro 3-0. Salió el PSG en la segunda, por lo menos, a contener la ira inglesa. Se encontró ante un Robert Sánchez que firmó el mejor partido desde que es portero del club inglés. Ajustó Maresca el ritmo e hizo sentir tan incómodo al PSG que sufrió la ausencia de Pacho y al que Donnaruma salvó de una goleada mayor. Una película que se exhibirá en los cines de Stamford Bridge.