Ya sé que no vas a leer esta nota, ignorante.
Sin embargo, siento la necesidad de escribirla, aunque la lean dos personas.
Todo tiene que ver con todo, con lo que está pasando en el mundo y también en la Argentina. Tiene que ver con Irán, con China, con Rusia, con Palestina, con Cristina, con los peronistas, con los kukas, con todo.
Y en la base, está el racismo, fuente de todo colonialismo y opresión. Porque para oprimir a otro, el opresor se inventa una justificación, así nace el colonialismo y todas sus variantes, incluso el imperialismo, que es su etapa superior. Esa justificación tiene una estructura racista, según sus embanderados, habría personas superiores a otras.
En el siglo 19 el médico criminólogo italiano Césare Lombroso lo decía abiertamente, también Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca. Hoy, sus defensores lo sostienen más elípticamente, usando eufemismos, pero el pensamiento más profundo es siempre el mismo. Un problema añadido es que, además, Occidente está cegado por su supremacismo racial y su neocolonialismo, y entonces todo eso termina volviéndose contra el propio Occidente.
Tratar hoy a Irán como un país de bárbaros y terroristas, es una muestra de ese racismo basado en la más completa ignorancia. Es ignorar por completo que el pueblo iraní es depositario de una de las culturas más antiguas del mundo, un pueblo que a lo largo de la historia tuvo muchos nombres distintos: iraníes, persas, sasánidas, partos, y un largo etcétera.
Si el objetivo de Occidente es que Irán no llegue a tener la bomba atómica, como tanto lo repiten no sólo Benjamín Netanyahu y Donald Trump, sino también los medios hegemónicos, pues entonces, lo más lógico sería ofrecerle a Irán seguridad sin necesidad de tener armas atómicas. Y lo que está haciendo Israel, con la complicidad de Occidente, es todo lo contrario.
Atacarlo “preventivamente” confirma que, para Irán y para cualquier otro país, la única manera de lograr seguridad y respeto es tener poderío nuclear. Lisa y llanamente es eso.
Dicho con otras palabras, a Corea del Norte no la atacan porque ya tiene armas nucleares, pero a Irán sí, porque justamente no las tiene. Otro ejemplo muy claro es el de la Guerra Fría, durante más de 40 años, las dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) se mostraron los dientes, se ladraron, pero no se animaron a morderse directamente, por el miedo mutuo al poderío nuclear del otro.
A todos estos argumentos, hay que sumar dos, que son puramente de sentido común y los puede entender cualquiera: el primero es que el único país del mundo que usó las armas atómicas en la historia de la humanidad fue Estados Unidos, en Hiroshima y Nagasaki. El segundo es que ese mismo país, y su pléyade de obsecuentes occidentales, se arroga el derecho a seguir diciendo quién puede y quién no puede tener armas nucleares. Hoy por hoy, ya las tienen el propio Estados Unidos, pero también China, Rusia (como heredera del arsenal soviético), Reino Unido, Francia, India y Pakistán. Fuera de esa lista aceptada, ya se sabe que Corea del Norte las tiene, ahí se les escapó la tortuga. Y también las tiene Israel, el Estado que está cometiendo un genocidio en Palestina, y el mismo Estado que desde hace más de una semana lleva adelante una agresión injustificada contra Irán, bajo el eufemismo de “guerra preventiva”.
Pero claro, para tapar todos esos datos que muestran la verdad, recurren al racismo encubierto y a la mentira comunicacional: Irán es un país de bárbaros y terroristas, sin más. En las noticias, el agredido pasa a ser el agresor, y un pueblo milenario pasa a ser una especia casi subhumana.
En este contexto, ¿qué le queda hacia adelante a Irán? Más allá de cómo se desarrolle esta guerra, más allá de cuánto sea destruido por Israel y Estados Unidos, lo que le quedará a Irán en el futuro será la confirmación de que sí o sí necesita tener armas atómicas para hacerse respetar y brindarle seguridad a su pueblo.
De la misma manera, en Argentina la clase dominante justifica cualquier injusticia, cualquier aberración, con un andamiaje de pensamiento racista, desde el desprecio a los caudillos federales, a todo lo nacional y popular, hasta la caricaturización del peronismo, el kirchnerismo y “los kukas”. Aquí, igual que dijimos que sucede a nivel internacional, esa actitud racista y excluyente se vuelve en contra de la misma clase dominante. Porque lo inteligente para ellos sería jugar hipócritamente a la democracia y seguir dividiendo al enemigo, en este caso al peronismo. Pero su ceguera odiadora los hace “ir por todo”, proscribir, atacar, meter presos a los que odia. Y con eso, lo único que está logrando esa clase dominante con sus mercenarios de la información, es todo lo contrario: están logrando unir al peronismo.
Son ignorantes y desprecian algo tan importante como la historia. Si estudiaran un poco, sabrían que cada vez que sus antepasados quisieron borrar de la historia a algún líder nacional y popular, lo único que consiguieron fue lo contrario.
-Lo hicieron con Belgrano, enjuiciándolo por «conductas indecorosas». La primera vez fue después de las derrotas de Paraguarí y Tacuarí. La segunda vez fue después de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. No pudieron mandarlo preso y lo condenaron a morir en la indigencia. Pero no pudieron borrarlo de la historia como querían, y hoy lo recordamos más que nunca.
-Lo hicieron con José de San Martín, mandándolo al exilio. Tanto era el odio, que Bernardino Rivadavia disolvió en 1826 el Regimiento de Granaderos a Caballo. No tenía que quedar ni el olor a San Martín. Los Granaderos volvieron a reconfigurarse recién a inicios del siglo 20.
-Lo hicieron con Hipólito Yrigoyen, y más tarde lo hicieron con Juan Domingo Perón y con Evita. Nunca lograron borrarlos de la historia, sino todo lo contrario.
Y lo mismo están logrando hoy con Cristina Kirchner.