La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano, pero también uno de los más vulnerables a efectos de radiación solar. Así lo indicó María Jorge Martín, psicóloga especializada en psicooncología y técnica de salud de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), durante la charla ‘Prevención de lesiones de piel y cáncer por exposición solar’, celebrada en Asturias con motivo de la Semana de la Salud y el Bienestar.
Jorge hizo hincapié en que el norte de España, pese a tener una radiación menos intensa que el sur, registra más casos debido, mayormente, a una menor cultura de protección solar. «En el sur están más acostumbrados a protegerse la cabeza, evitar las horas con mayor radiación solar o utilizar crema a menudo», expresó.
La experta detalló el espectro de radiaciones solares -UVA, UVB, luz visible (HEV) e infrarrojos (IR)- y explicó cómo cada una afecta de forma distinta a la piel y al ADN celular. Mientras la UVA penetra hasta la dermis, favoreciendo el envejecimiento y el melanoma, la UVB es responsable de las quemaduras solares y del cáncer no melanoma. De igual forma, se abordaron las consecuencias de la luz visible y los infrarrojos, especialmente en entornos como la nieve, también peligrosa ya que refleja hasta un 80% de la radiación solar.
Uno de los conceptos clave de la sesión fue el «capital solar», la capacidad limitada que tiene nuestra piel para resistir la radiación a lo largo de la vida. «La piel tiene memoria. Cada quemadura solar, sobre todo en la infancia y adolescencia, deja huella y aumenta el riesgo de desarrollar patologías graves en la edad adulta», subrayó Jorge. De hecho, sufrir entre dos y seis episodios de quemaduras intensas antes de los veinte años pueden elevar hasta un 80% la probabilidad de sufrir cáncer de piel. «Es un dato que cuando somos jóvenes solemos pasar por alto y es muy importante, de ahí que las charlas que damos en los colegios sean tan relevantes», añadió.
La ponente repasó los tres tipos principales de cáncer cutáneo: el carcinoma basocelular (el más común y menos agresivo), el carcinoma epidermoide (más invasivo y con riesgo de ulceración) y el melanoma, que definió como «el más peligroso por su rápida capacidad de crecimiento y metástasis». Para detectarlos precozmente, recomendó seguir la regla ABCDE de los lunares: asimetría, bordes irregulares, color desigual, diámetro superior a seis milímetros y evolución.
La experta insistió en la importancia de adoptar medidas como el uso de sombreros, gafas de sol homologadas, ropa con protección y el uso adecuado de cremas solares con filtros. «Protegerse no es solo una cuestión de estética, sino de salud. Exposiciones de entre 10 y 20 minutos diarios son suficientes», concluyó.