En 42 días, los porteños irán a las urnas y definirán la nueva conformación de la Legislatura. De allí a que signifique resolver en un santiamén los problemas en las calles, los hospitales, las escuelas, la seguridad, la basura y el sinfín de promesas que harán los candidatos será otro cantar. Consejo: tengan a mano una silla cómoda.
Los tiempos electorales son muy interesantes para el periodismo. Vuelven a sonar teléfonos que estaban mudos. Muchos políticos fingen demencia; se olvidan de que estaban ofendidos por noticias que los dejaban mal parados. “Tabula rasa”, diría Javier Milei, y a volver a hablar con los que se habían peleado. “Fin”, diría Manuel Adorni a tanto sarcasmo frente a los colegas acreditados en la Casa Rosada. Es tiempo de ser simpáticos, amigables, abrazar adultos mayores, besar niños y recorrer como calesita sin freno todos los medios periodísticos para difundir sus genialidades y denunciar los defectos de sus opositores.
De acá al 18 de mayo, el periodismo deja de ser el enemigo natural del político y se torna aliado estratégico. Otro cantar será desde el 10 de diciembre, cuando asuman sus bancas: se empezará a vislumbrar quién es fiel a su palabra y quién vuelve a desilusionar.
El damero político es muy interesante. Los que forjaron codo a codo sus partidos políticos estallaron en mil pedazos y desnudan a micrófono abierto sus desavenencias. Hasta ahora, la mejor frase de campaña es que la Capital tiene “olor a pis”. Efectista, Horacio Rodríguez Larreta rompió con su socio fundador de Pro, Mauricio Macri, al atacar a Jorge, su primo alcalde. “Lo que huele mal es que Horacio haga una candidatura tan funcional al kirchnerismo, que sigue siendo el adversario”, le respondió el expresidente, mientras masculla su decepción por los desaires libertarios. “Él perdió con Alberto Fernández, el peor presidente de la historia”, contraatacó Rodríguez Larreta, esquivando que él también fue derrotado en la última interna partidaria. Patricia Bullrich mira la pelea de telenovela con una sonrisa desde su sillón ministerial.
Si esto sucedió en solo una semana, imagínese la catarata discursiva de los próximos 42 días. Pero, recuerde querido lector, que como ya dijo una vez la diputada nacional por el albertismo Victoria Tolosa Paz: “Ellos perdieron ganando, nosotros ganamos perdiendo”. Es una triquiñuela que usará más de uno cuando se abran las urnas y los resultados no sean los soñados.
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